No he podido más, he estallado. He visto miles de lágrimas resbalando por mis mejillas y no había remedio para poder
pararlas. He intentado encontrar respuesta a miles de preguntas, pero no lo he conseguido. En ese momento han pasado por mi mente un millón de cosas; recuerdos,
fotografías, sentimientos, sueños, personas...todo. Cada vez me iba derrumbando
más y más hasta creer que había desaparecido, que desde un principio eso fué lo
que deseaba. Supongo que todas las personas tienen sus pequeños problemas, que
siempre se solucionan. Pero los míos permanecen en el mismo sitio donde
empezaron, y cada vez a más. Esto ya no es normal, no sé si era un momento
de desesperación o un problema en serio. Van pasando los días y nada cambia,
todo permanece intacto. Y yo, cada vez peor.
Como siempre, no digo nada... para no molestar. Todo va guardado en mi interior. Lo único que necesitaba era
una persona, sí, una persona en la que poder desahogarme sin miedo al 'que
dirá' , que por supuesto me comprenda y que fuera capaz de decir: 'te conozco,
sé que no estás bien' aunque lo negara por encima de todas las cosas. Y como una y otra vez ha pasado, han aparecido quienes menos he esperado, quien hace un año ni se me cruzaba por la cabeza tener a mi lado, porque ni siquiera sabia sus nombres. Es curioso que cierta gente me demuestre que puedo de verdad confiar en ellos en dos días, y no la gente que siempre he pensado que tenía a mi lado. Cómo gente que en la vida he conocido, sea capaz de darme su hombro para llorar, sin juzgarme, sin preguntas, simplemente ahí han estado, escuchando. Y es ahí donde me doy cuenta una vez más que nada es lo que parece, que nunca lo ha sido, y que la gente como yo no cambia, ni mañana, ni nunca. Porque somos así. Abrimos los brazos a gente que al final ni lo merece, y que por mucho que pase, por muchas peleas que perdamos, esa gente siempre tendrá ese huequecito dentro de nosotros, que nunca nada ni nadie será capaz de ocupar... nadie.
No hay comentarios:
Publicar un comentario